martes, 27 de diciembre de 2011
Algún tiempo atrás.
Hubo un tiempo en el que yo era la niña más feliz del mundo. Una simple criatura inocente que no sabía lo que era de verdad la vida. A la que nunca la habían hecho sufrir y solo lloraba por que la quitaban sus juguetes. La que noche tras noche dormía tranquila si la daban su beso de buenas noches. A la que lo que más ilusión la hacía era la mañana en la que se encontraba el salón lleno de regalos y se tiraba jugando con ellos todo el día. Pero eso ya es pasado. Ahora soi un poco menos feliz que hace diez años por culpa de personas que me utilizan. Sigo siento inocente pero poco a poco voi aprendiendo. Pasé de no sufrir nunca a llorar noche tras noche por alguien que no me merecía y el típico beso de buenas noches que espero es otro a parte del de mi padre. Me sigo encontrando el salón lleno de regalos pero no te aseguro que me hagan la misma ilusión. Pero a poco he ido creciendo, y me voi dando cuenta de que un día más es un día menos, de que el amor solo es bonito cuando se es correspondido, y de que parecía ayer cuando mi padre me decía: cuando seas mayor, lo comprenderás. Sí, vale, ya soi mayor, y todavía no lo comprendo.
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