miércoles, 24 de abril de 2013
Y dime: ¿Quién te ha dado el permiso para meterte en mi vida? ¿Quién te ha dejado opinar sobre mi? ¿O tomar por mi las decisiones? No me conoces. No tienes derecho a criticarme ni mucho menos a decirme lo que hacer. Sabes mi presente, pero es que no sabes mi pasado. Puede que me veas ahora mismo llorando, pero es que no sabes que me puede haber pasado. Puede que me veas gritando, pero no tienes ni la más mínima idea de por qué. Puedo estar enfadada, puedo reír, puedo saltar, desahogarme, decir lo que pienso, pero tú no tienes ningún derecho a cuestionar las cosas que haga, ni a sacar tus propias conclusiones. Si quieres puedes preguntarme por qué hago todo lo que hago, pero no te aseguro que te diga la verdad. Es más, puede que ni siquiera te conteste algo razonable. Simplemente te dejaré con cara de subnormal pensando en qué coño habré querido decir con eso. Porque tengo todo el derecho del mundo a guardarme mis secretos para mí y para los míos. No tengo por qué contarle mis problemas, situaciones, logros o desgracias a nadie. Porque es que una cosa tengo clarísima, y es que a una persona que se lo cuente a la milésima de segundo ya lo saben cinco.
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